Una siesta con los ojos bien abiertos.


Desde el décimo noveno piso del edificio Sol Andino, Marcello ve cosas que otros no ven.

Como, por ejemplo, ayer. Que en lugar de dormir su clásica siesta dominguera, se asomó al balcón a tomar algo y aire.

De repente, pudo localizar a Joaquín. Un tipo que parecía una hormiga en la terraza del edificio de al lado, que tiene sólo cinco humildes pisos.

Fue inevitable hacer la comparación con una hormiga, es por eso que esbozó una leve, pero muy leve sonrisa. La que se fue rápidamente cuando lo escuchó hablar a los gritos con el viento.

“¿Por qué a mí? ¡Sólo quiero que me respondas eso! No te pido más. Contéstame eso y no te jodo más. ¡Dale! ¡Habla! ¿Por qué a mí?”

Ya con los ojos abiertos como 2 monedas y sin tomar tanto aire, Marcello mira a la hormiguita caer como cuando alguien se tira desde la terraza de un edificio.

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