Sus 2120 habitantes se conocían como a las 4240 palmas de sus manos.
La particularidad de este lugar tan particular era que no existían las voces. Tampoco existían los sonidos.
Reinaba el silencio hasta del rey.
Pero un día, una campana tronó.
Todos quietos se juntaron alrededor en un silencio más profundo que el de costumbre.
Pasaron 25 segundos hasta que un paisano, muy calladito, gritó mirándolos a todos: "What the fuck?"
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