Relato de un frisbee.

Vengo y voy. Voy y vengo. Generalmente en espacios verdes o en playas.

Me usan para divertirse. Pero todavía no logro entender qué les genera tanta risa a los que juegan conmigo.

¿Que me caiga? ¿Que no me agarren? ¿Que me metan la mano por el agujero?

Si junto con un amigo nos pusiéramos a lanzar a un humano dejándolo caer estoy casi seguro de que no nos haría mucha gracia. No nos daría risa. Y creo que a ese humano, tampoco.

La estupidez humana tendría que ser tratada como un frisbee.

Imbéciles.

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